Realidad virtual (parte 1)

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Son las ocho de la mañana del último viernes de vacaciones, ha llovido toda la noche y se siente un terrible frío, eso me hace concluir que no estaría nada mal yacer un poco más en mí siempre mullida y cálida cama,  después de cinco minutos, con un bostezo espantó esa modorra tan típica en mí los días no laborales, no sin cierta reticencia me levanto y lo primero, antes de cualquier cosa, es prender la computadora, meterme a internet, revisar mi correo, mi Facebook, la página de los periódicos La Jornada, La Repubblica, Le Monde y algunas veces The New York Times, una revisada rápida a los deportes y espectáculos y rara vez al antes tan bien aceptado HI5, 8:30 y sigo “poniéndome al día”.

Aún recuerdo la primera vez que chatee por internet, tenía aproximadamente 12 o 13 años, ingresé a Terra y me puse a jugar domino con un desconocido que decía “estaba trabajando”, obviamente tengo mi Messenger pero raramente entró, las primeras veces que lo hice me dio mucho gusto platicar con gente de la que no sabía nada hace años, pero gracias a Dios me di cuenta de que aquello podía ser infinitamente adictivo (cosa de la que no fui muy consciente con el face estas vacaciones), así que ahora sólo ingreso cuando es muy necesario hablar con alguien a quien no puedo contactar por teléfono.

Ya son las nueve de la mañana y una revisada más al Face no está de más: ja, ja, uno de mis amigos está atorado en el tráfico por una manifestación; no sabía que Alexys ya estaba casado; ¡qué! ¿cómo es posible que Luis haya dejado a Laura? Llevaban tanto tiempo juntos; ¡Genial! Mi primo Edgar que vive en Chicago vendrá a festejar el cumpleaños número 80 de mi abuelita; una reunión de la prepa en nuevos eventos ¡qué emoción! El calabazo, el Caballito,  los Golden boys,  Robocop, el Chuletas y el Huevo ya confirmaron.  Son las 9:30 y a pesar de que me he comunicado con varios amigos y de que estoy enterado de las noticias más importantes del día, quiero dejar esta realidad virtual de la cual estoy fastidiado para ver a las personas cara a cara  y sentir su presencia física a mi lado, quiero respirar el olor a tierra mojada y sentir el suave viento de esta mañana pegar en mi cara.

La realidad virtual ha influido exponencialmente en nuestra vida, las tecnologías han salvado las distancias y la presencia física ya no es necesaria, pues tenemos el don de la ubicuidad inmediata, una especie de teletransportación instantánea.

Los mundos virtuales son escenarios simulados con presencia virtual, claro ejemplo de ello es Second Life, que nos permite crear un  avatar, un alter ego que pueda hacer todo aquello que yo quiera en una realidad virtual mezclado con magia y fantasía, una especie de hiperrealismo creado por las computadoras e internet, podemos asistir a conciertos de bandas como U2, Bon Jovi o la Filarmónica de Liverpool, podemos conocer  a otros residentes de Second Life y rentar un pedazo de tierra virtual por sólo 10 dólares al mes, en estos escenarios, mi alter ego será capaz de desenvolverse en una realidad virtual.

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