DIARIO DE UN SEDUCTOR. KIERKEGAARD

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Un pañuelo, el viento, un encuentro furtivo de miradas, un saludo, el ambiente, el observar a una chica esperando a alguien con vehemencia en su puerta, todo, absolutamente todo tiene un significado de carácter estético que nuestro seductor sabe reconocer y apropiarse en el momento preciso en el que se muestra con mayor esplendor cada acción. Él sabe gozar y disfrutar de esas delicias, pero no se ahoga con grandes sorbos, por el contrario, con ritmo pausado realiza las degustaciones pertinentes, pues ¿qué placer habría en sorber de un trago todo la exquisita agua de vida vertida en una copa cuando se pueden tener muchas y variadas degustaciones detonantes de placer con el mismo producto?

Juan es un seductor, un personaje que goza y vive para obtener su propio placer, pero tenemos que reconocer que entre estetas hay grandes diferencias. Insoportable sería colocar en el mismo nivel al señor Meursault de Camus que parece idiota y sólo satisface sus necesidades primitivas y sin ser consciente de ellas a un Juan el Seductor, inteligente, calculador, perceptivo y observador que utiliza a los demás, sí, pero que les da la libertad de ser utilizados como simples marionetas que se creen libres para proporcionarle el placer artístico que desea.


La historia puede parecer simple: un hombre seduciendo a una mujer, y quedaría en ese plano de no ser por los intricados pensamientos y subterfugios utilizados por Juan para que esa dulce muchacha caiga rendida a sus pies. Ella no sabrá ni cómo ni cuándo fue flechada mortalmente por cupido y por un hombre que parece ofrecerle todo pero que, en realidad, no le ha prometido nada.

Por lo tanto, la delicia de la novela está en la descripción del juego de cartas de Juan, pues poco a poco se adentrará en la vida de Cordelia, la única constante es la acechanza espiritual y física sobre su presa y de ahí continuará con una notoria indiferencia, después ciertos acercamientos furtivos con juegos de miradas y flirteos que bien podrían pasar como errores de apreciación de la muchacha y después, después se declarará amante de su amada, la hará crecer espiritualmente y la dejará sentirse como la dominara de una relación que tiene cien por ciento controlada.

Todo el proceso de enamoramiento es para Juan un placer exquisito que degusta con cada acción realizada y con cada reacción de Cordelia y una vez que la tiene comiendo en la palma de su mano, decide que su amor por ella ha terminado, por lo que, de la misma manera libre en que Cordelia lo aceptó como pretendiente, de esa misma manera ella, lo alejará de su vida creyendo que es una decisión subjetiva y cien por ciento libre la que realiza sin percatarse que detrás de todo ello, Juan siempre estuvo presente.

En conclusión, la filosofía (y biografía) Kiekeegardiana encuentra una ventana extremadamente pedagógica con esta obra, pues a través de una novela de amor y de conquista nos ejemplifica claramente las características de la vida de un esteta artístico, muy cerca pero diverso al esteta vulgar, alejado del estadio ético y a años luz de un completo desarrollo humano centrado en el estadio religioso.

Entre mis frases favoritas encontramos las siguientes:

- Los verdaderos placeres del amor sólo se gozan cuando se ha logrado llevar a una muchacha hasta esa situación en que no conozca otra tarea para su libertad que la de entregarse, poniendo toda su felicidad en ello y casi suplicándonos, como un mendigo una limosna, que aceptemos su don íntegro y, sin embargo, libre. Pero para llegar a esto se requiere siempre una gran influencia espiritual.

- El verdadero arte en materia de emociones consiste en ser lo más receptivo que uno pueda, al mismo tiempo que en saber cuál es la impresión que uno hace en una muchacha y cuál es exactamente la que recibe de ella. De este modo se puede incluso llegar a amar a muchas a la par, con la condición de que se las ame de manera diferente. Amar a una sola es demasiado poco; amarlas a todas denota superficialidad, pero conocerse a sí mismo y amar a todas las que se pueda, concentrando en el alma las fuerzas infinitas del amor y dando a cada muchacha su parte alícuota, mientras la conciencia abarca la totalidad… ¡he ahí el placer de la vida!

Bajo el cielo de la estética todo es ligero, hermoso y fugitivo, pero cuando se mezcla con ella la ética, todo se hace pesado, esquinado e infinitamente aburrido. 

- Nada de impaciencia, nada de voracidad, todo ha de gozarse tirando y atrayendo lentamente. Se ha convertido en el blanco de mi elección y no hay duda de que la atraparé.

- ¿Y qué arma hay tan aguda, tan perforadora y tan relampagueante en sus movimientos, y por eso mismo tan traicionera, como una mirada?

- Se gana mucho con la experiencia. Se pierde, es verdad, aquel dulce desasosiego del anhelo impaciente, pero se adquiere una actitud de dominio que, realmente, hace el instante bello.

- En lugar de dominarse un poco para saborear de una manera tranquila y exquisita la inquietud ardiente de la amada, permitiendo que su excitación resalte aún más su hermosura, hasta que se ponga encendida como un ascua, lo único que hace es provocar una confusión nada elegante aunque al volver a casa se crea el más dichoso de los hombres y se imagine que fue algo magnífico

- La condición primordial para todo goce es que uno sepa dominarse y limitarse.

- Habrá que gustar de todo a sorbo lento, como hacen los buenos catadores. ¿Por qué iba a impacientarme yo que puedo considerarme el niño mimado de los dioses, puesto que me han concedido la rara dicha de sentirme nuevamente enamorado? Esto es algo que no se logra con el arte o la ciencia, es sencillamente un don precioso. Pero una vez que he tenido la suerte de hacer surgir un nuevo amor, veamos cuánto tiempo dura. Lo cuidaré con una ternura que ni siquiera tuve con mi primer amor. 

- Lo desesperante de estos casos estriba en el hecho de que no es ningún arte seducir a una muchacha, sino una gran suerte encontrar alguna que valga la pena de ser seducida.

- La mayoría de los hombres se precipitan como locos en estas cosas del amor y así se prometen enseguida o hacen otras tonterías por el estilo, hasta que sobreviene un disgustillo cualquiera y dan al traste con todo, no sabiendo en realidad ni lo que conquistaron ni lo que perdieron. 

- La simple posesión no es apenas nada… ¿Qué goce puede entrañar un amor que, al menos por una de las partes, no comporta la entrega y el abandono absolutos?  Claro que para saborear semejante deleite se requiere de ordinario cierta espiritualidad, de la que ordinariamente están ayunos por completo los aludidos amantes.

- El detalle más específico de mi método de actuación es que yo no deseo nada que no me sea dado con plena libertad, exactamente como un regalo.

- Quien no sepa fascinar a una joven de tal modo que ésta pierda de vista todo aquello que uno no quiere que vea, quien no sepa introducirse en sus ilusiones de tal manera que ella crea que decide todo, absolutamente todo lo que él quiere que se haga…, es porque es un mediocre y un chapucero.

- Infiltrarse de un modo fascinante en el alma de una joven es una obra de arte, pero saber salirse a tiempo y de una manera airosa es toda una obra maestra, a pesar de que lo último depende esencialmente de lo primero.

- No trato, en absoluto, de poseerla en el sentido externo, sino gozar de ella en el sentido artístico.

- Aprovechar el tiempo lo mejor que pueda para deleitarse con todos sus encantos y gracias de que fue adornada con tanto derroche pro la naturaleza, pero gozarlos de una manera controlada, circunspecta, evitando cualquier anticipación precipitada

- Por eso cuando aprenda a amar, aprenderá a amarme a mí. Cuando sienta lo que vale el amor, explotará este valor en amarme a mí, y  cuando el corazón le diga que yo fui quien se lo enseñé, me amará doblemente.

- Quiero contemplar la aparición del amor con toda su nitidez en tu corazón y escuchar claramente cómo se expresa en todos sus tonos, así sabré con seguridad la forma que va tomando y procuraré ser el paradigma correspondiente.

- Me vuelve ebrio todo lo que hay en esta joven tan regiamente ataviada por la madre naturaleza: sus formas suaves y castas, su profunda inocencia femenina y sus ojos claros.

- No me interesan las historias ajenas pues me basta con las propias

- La ley eterna del amor consiste en que dos seres se sientan como nacidos el uno para el otro en el mismo instante en que traban relaciones. 

- El honor de evitar las contradicciones a todo trance que se quede para la gente sabia

- Yo quiero solamente poseerla a ella, poseerla en toda su libertad.

- Ninguno debe inducir a su prójimo a la tentación. Aunque aquel que lo haga sin darse cuenta cometerá un pecado contra el prójimo y sólo lo podrá expiar debidamente mostrándole una redoblada benevolencia.

- Cada muchacha es una Ariadna en relación al laberinto de su corazón. Ella es la única que tiene el hilo que puede conducirnos por sus intricadas sendas.

- Yo, aparentemente, le tributo cada vez mayores atenciones. Es la mejor manera de estar siempre presente en todos sus pensamientos, a la par que no dejo nunca de sorprenderla.

- Ella buscará  junto a mí su libertad y tanto mejor la encontrará, cuanto yo más fuertemente la estreche entre mis brazos. En este punto exacto se quiebra el compromiso de nuestro noviazgo.

- ¿Acaso no es un crimen de lesa patria el que se desperdicie tanta belleza? ¿O que ésta pase desapercibida? 

- ¡Que al menos un día a la semana nos muestren también ellas su espléndida belleza!

- El beso de suyo debe ser la expresión de una determinada pasión… un beso es un acto simbólico y, en consecuencia, no representa nada cuando falta aquel sentimiento peculiar que lo suscita, sentimiento que a su vez solamente existe en determinadas circunstancias

- Una buena respuesta es como un dulce beso

- ¿Por qué han de ser hermosas las muchachas? ¿Y por qué han de marchitarse tan pronto como las rosas? ¡ay, a pesar de ser tan frío, estas ideas me ponen un poco melancólico! Al fin de cuentas, ni me va ni me viene. ¡Gocemos de la vida y cortemos las rosas antes que se marchiten!

- Mi fuerza reside cabalmente en el hecho de tener la idea de mi parte. Es un secreto como el de la cabellera de Sansón, un secreto que ninguna Dalila me podrá arrancar nunca. En realidad, si no contase con la idea, ya no tendría la paciencia y perseverancia suficientes para seducir llana y simplemente ni siquiera a una sola muchacha. Pero lo que me da fuerza es ese hecho de que siempre me acompaña la idea y que yo, consagrado a su servicio, siempre trabaje en su favor. Esto es lo que me hace severo conmigo mismo y que me abstenga de cualquier placer prohibido. 

- La dispersión y la superabundacia son una cosa de la naturaleza o, en un sentido limitado y pobre de la vida, algo que solamente puede tener satisfechos a esos miserables burgueses que son esclavos de sus propios bienes.

- Cuando una muchacha se ha entregado por completo, se queda débil y desguarnecida, lo ha perdido todo. 

- Pues si la inocencia en el hombre es algo negativo, en la mujer, por el contrario es el contenido de su misma esencia… Ahora ya no podría oponerme ninguna resistencia y el amor solamente es bello cuando encuentra resistencia, después todo es flaqueza y costumbre. Por eso no quiero ni recordar mi relación con ella.

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