PENAS POR AMOR PERDIDAS. SHAKESPEARE

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Caramba, creo que mi crecimiento literario sobre Shakespeare empieza a germinar, ahora, después de Hamlet, Sueño de una Noche de Verano, Romeo y Julieta y Penas por Amor perdidas, comienzo a entender la complejidad  y abstracción de la escritura del Bardo de Avon. 

Lo diré lacónicamente: ¡Shakespeare no es para leer a la ligera!  Su escritura no es sencilla y a veces tampoco clara, requiere  de muchísima abstracción, no es como leer una revista o una novela sencilla donde puedes omitir pequeños detalles y obtener el mismo resultado final. Por el contrario, cada palabra está repleta de múltiples significados literarios que enriquecen su lectura pero que es preciso considerar para introducirse en un mundo extraordinario repleto de sabiduría, consejos, opiniones, apotegmas, laconismos, metáforas y circunstancias de gran envergadura.  

En  Penas de amor perdidas se nos relata la historia de un rey, Fernando de Navarra que, junto a sus amigos Berowne, Longaville y Dumaine, pactan alejarse de todos los vicios y placeres mundanos durante tres años, para que, en una suerte de vida filosófica parecía a la de los discípulos de Zenón de Citio, obtengan el conocimiento de las cosas por sus causas últimas.

Esto implica alejarse de la glotonería, de la riqueza, de los excesos, renunciar a morir por el amor, no tener contacto visual ni oral con ninguna mujer y muchas otras cuestiones placenteras que los haría olvidarse de los objetivos de su promesa. Por ello, y dada la envergadura de la promesa, el Rey les propone firmar una cédula que los obligue expresamente a cumplir su promesa so pena de recibir múltiples y variados castigos. Longaville y Dumaine no dudan ni por un momento en estampar su firma como símbolo de aceptación; sin embargo, Berowne, con cierto hado de sensatez y prudencia busca algún recoveco que le permita seguir degustando de todos los frutos de ese enorme jardín llamando mundo pero al final acepta.

Desafortunadamente para nuestros filósofos en potencia, las circunstancias los obligan a recibir en entrevista a la Princesa de Francia que, acompañada de un sequito de mujeres hermosas  integrado por Rosalina, Catalina y Maria, hace enloquecer de amor a aquéllos y con ello, conculcar su promesa de vida estoica.

Amor, no respeta los ataques ni se preocupa de las promesas hechas, humilla y somete a nuestros cuatro hombres que alejados ya del pensamiento de una vida eremita comienzan, cada uno en secreto, una prolífica adoración hacia su respectiva Diosa convertida en mujer. Con el devenir de sus peripecias, el secreto de amor que cada uno escondía en su corazón es puesto al descubierto de sus compañeros y no les queda más que aceptar que han conculcado su primer juramento.

No obstante deciden iniciar una nueva aventura jurada que los lleve a obtener el sí de sus amadas, por tal motivo los regalos, poemas y flirteos no se hacen esperar.   

Para desgracia de los caballeros, la Princesa y su séquito no son fácilmente impresionables y demuestran tener la experiencia y conocimiento que es parco y avaro en las mujeres de edad núbil. Ellas, conscientes de la primera promesa del Rey y su séquito deciden burlarse de la pasión recién descubierta al creer que sólo las cortejan por diversión.

Es así que, debido a los precoces juramentos del Rey y sus amigos, la Princesa de Francia junto con Rosalina, Catalina y María deciden poner a prueba el supuesto amor de sus pretendientes y los obligan a detener su pasión por un año y un día; tiempo durante el cual demostrarán la honestidad de sus declaraciones realizando obras dignas de alcanzar loas, tales como vivir como eremita, hacer sonreír a los sordomudos y  alcanzar sentimientos honrados, a lo que el Rey, Longabille, Berowne y Dumaine, no pueden sino aceptar.

Penas por amor perdidas es una obra muy divertida que logró hacerme destetillar en dos o tres ocasiones  y reflexionar durante toda su lectura, simplemente reitero que el estilo de Shakespeare no es claro, parco ni sencillo, por el contrario, requiere de mucha abstracción y cuidado para entender su magnificencia, pero que te deja muy sabor de boca cuando alcanzas el ritmo establecido.


Algunas frases para recordar: 

- Pueda la fama, gloria que todos los hombres persiguen mientras están vivos, perdurar para siempre, grabada en el bronce de nuestras tumbas, proclamando nuestra victoria contra la desgracia de la muerte. Y gracias a ella, y pese al tiempo, ese cuerpo voraz pueda el esfuerzo de este momento actual procurarnos un honor que embote el aguado corte de su guadaña y nos haga herederos de la eternidad.

- A mucha panza, poco cerebro. Si los buenos bocados ponen al cuerpo lustroso, también al espíritu en franca bancarrota.  

- Ni en Navidad pido rosas ni deseo nieves cuando florecen en mayo. Deseo cada cosa a su tiempo.

- El estudio jamás alcanza lo que se propone. Mientras anda a la busca de lo que quisiera conseguir, olvida lo que debería.

- Cada hombre nace con pasiones que tan sólo una gracia especial puede dominar, no la voluntad. Si yo quebranto mi juramento, esta palabra, “necesidad”, me servirá de excusa.

- ¡Esperanza infinita y resultado mediocre!

- Espera a que los que lleguen se alejen

- ¿Cómo puede ser leal el amor alcanzado mediante la perfidia?

- Ni Amor respeta los ataques ni se preocupa de las leyes del duelo. Su humillación está en ser llamado niño; su gloria en someter a los hombres.

- Es el juicio del que mira lo que da precio a la hermosura y no las bajas pujas lanzadas por los mercaderes.

- No tiene otro marido que su capricho

- Leo en su mirada el secreto lenguaje de su corazón

- Imitari no es nada: esto lo hace el perro con su amo, el mono con su guardián, el caballo, bien adiestrado, con su caballero.

- ¡Ah, pero sus miradas! Por la luz que me alumbra, que sin estas miradas, sin sus ojos, no la amaría. Bien; no hago sino mentir y desmentirme.

- ¡He aquí de lo que es capaz, por pura idolatría, la vena amorosa! 

- ¡De transformar a una simple gansilla blanca en una diosa!

- Quisiera olvidarla; pero es como una fiebre que reina en mi sangre y que me obliga a recordarla

- ¿Es que mis ojos entonces ya no son ojos, ni yo Berowne? ¡Oh no, sin mi amor, noche sería el día!

- Jamás poeta alguno osó tomar la pluma sin que su tinta estuviese impregnada con los suspiros del amor

- ¿A qué precio se compra vuestra compañía? – No caro: al de vuestra ausencia

- Es un plazo de tiempo demasiado breve, al menos tal me parece, para concluir un asunto que tanto había de durar.

- ¡Que la mano de la muerte llegue de improviso a cerrar mis ojos!

- Si entonces soy rica en amor, os daré un poco.  

- ¡Hacer brotar la sonrisa de la garganta de la muerte! 

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