La importancia de llamarse Ernesto

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Debo admitir que en muchas otras ocasiones había tenido acercamiento con el título un tanto estrafalario para mi gusto de “La importancia de llamarse Ernesto” y, cayendo en el error más común caracterizado por Jane Austen en el amorío entre Elizabeth y Darcy, prejuzgué orgullosamente tal nombre y me preguntaba a mí mismo ¿Qué puede tener de importante llamarse Ernesto, Fernando, Armando, Dionisio o Teodosio?  Es más, ni siquiera sabía quién era el autor de una obra con esas características y no le tomé importancia por varios años.

Afortunadamente, en un de remates de libros, me encontré por quincuagésima tercera ocasión con esas 5 palabras escritas en un librito con valor nominal de $39 pesos, pero, debido a que nadie lo quería comprar, tenía un precio de $15, para mi asombro debajo de esas palabras estaba escrito el nombre de Oscar Wilde y, en ese momento, recordé a Dorian Gray, sus francachelas y excesos propios de quien quiere probar, saborear y refocilarse con todas las frutas de este jardín llamado vida y la gran ventaja de una juventud y vida eterna; en pocas palabras, recordé el hedonismo de Wilde.

Es así que con esta referencia, invertí 3 monedas de 5 pesos en ese librito que de no ser por mi mano santa, habría sido triturado por falta de lector.

La importancia de llamarse Ernesto, es  una comedia que si bien se mofa de los sibaritas y estos se desternillan voluntariamente con su sátira, también refleja la vida del ser humano como un perfecto dilema: por un lado, una vida ligera, sencilla, divertida y pletórica de excesos que cautivan nuestros sentidos pero que es sancionada socialmente,  y, por el otro, la elección de una vida virtuosa, respetable y honorable ante la colectividad pero con limitaciones personales ante los deseos de hacer algo que nos permita sentirnos bien y comportarnos mal. En tales circunstancias, cabría preguntarnos querido lector ¿Qué elegirías?  

Para escapar de esa vida virtuosa, Wilde nos propone un elemento inexistente, pero liberador, que nos permite hacer todo aquello que nos está prohibido ¿por qué no decir que debo cuidar la integridad de un hermano irresponsable o de un amigo enfermo para escapar del hastío social? Es así que Jack y Algernón crean a Ernesto y a Bunbury, respectivamente, personajes que les permitirán llevar una doble vida ajena a sus compromisos y status social.

Jack y Algy viven para el placer, comparten sus francachelas y se refocilan al olvidar sus obligaciones y compromisos sociales. Para su buena o mala fortuna, sus mentiras parecen salirse de control ante el amor de dos mujeres quienes les harán descubrir que si bien creen que han mentido irremediablemente con su doble vida, se darán cuenta que sus afirmaciones son toda una realidad, verdadera y tangible.

Pero no digamos más, y dejemos que ustedes se diviertan con este texto ligero, claro y sencillo que no les llevará más de medio día devorar, simplemente concluyo con mi selección de frases de esta obra:

  • Es terrible para un hombre darse cuenta de repente que ha estado toda su vida diciendo nada más que la verdad;
  • Si no tardas mucho, te esperaré toda la vida;
  • Lo que a veces nos parecen amargas pruebas, son bendiciones disfrazadas;
  • La única forma de comportarse con una mujer es hacerle el amor, si es bella, y hacérselo a otra persona si es fea;
  • La verdad no es el tipo de cosas que se dice a una muchacha bonita, dulce y refinada;
  • La ignorancia es una fruta exótica, si la tocas, la marchitas;
  • ¿Es el matrimonio tan desmoralizador?
  • -Espero que te estés comportando muy bien; - Me siento muy bien tía Augusta; -Eso no es exactamente lo mismo. De hecho, las dos cosas casi nunca van juntas; 
  • Es un trabajo horroroso no hacer nada. No obstante, no me importa el trabajo duro cuando no tiene un objeto definitivo de ningún tipo;
  • Las personas bellas son la trampa en la que todo hombre sensible le gustaría verse atrapado;
  • Persistir en quedarse soltero le hace convertirse en una permanente tentación pública;
  • Mi deber de caballero nunca ha interferido con mis placeres en el menor grado;
  • Nunca he visto a nadie que tarde tanto en vestirse y con un resultado tan pobre;
  • No es momento para llevar puesta la superficial máscara de la educación. Yo, cuando veo una espada, la llamo espada;
  • No estoy a favor de los noviazgos largos. Le dan oportunidad a la gente a conocer el carácter del otro antes del matrimonio, lo cual creo que no es recomendable; y
  • Él no tiene nada, pero lo parece todo. ¿Qué más puede desear?

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