¡Exquisita tu espalda es!
Como unos descubridores cautivados, las yemas de mis dedos la han acariciado, caminaban de manera delicada y solaz desde la altura de tu pecho, hasta la parte baja de tu cintura; sin disfraz revelaron: el delicioso placer de sentir tu piel desnuda, tu respiración agitada, tus movimientos involuntarios y ese febril placer ahogado entre tus labios.
Así, el deseo me anima y me excita a seguir conquistando tu vehemente figura.
Vaya! Afortunada la mujer que oiga esto susurrado en su oído!!
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