En este punto de mi vida creo que
resulta evidente mi agrado por la cultura e historia de esa construcción social
que hemos amalgamado bajo la palabra “Grecia”. Su historia, sus héroes, sus
divinidades, sus mitos, su arquitectura, su literatura, pero sobre todo su filosofía,
son motivo de mi exaltación y alegría,
pues poco a poco descubro la importancia y gran influencia de esta cultura
sobre las circunstancias, que en palabras de Gasset, conforman la parte social
de mi individualidad.
Es así, que nos hemos dado a la
tarea de leer a una autoridad en la materia, M.I. Finley, que en su obra Los griegos de la antigüedad, nos presenta una lectura dirigida a un público
que puede y sabe leer el lenguaje apodíctico y, por lo tanto, un tanto árido
(aquí encontramos una gran diferencia con Asimov que plantea la historia de
Grecia de manera amena, fluida y, en ocasiones hasta patética).
La obra resulta bastante
completa, se divide en 8 grandes capítulos que inician por delimitar el objeto
de nuestro estudio a través de una pregunta prima
faccie bastante evidente pero compleja de contestar ¿Quiénes eran los
griegos? En el capítulo segundo se analiza La edad oscura y a los poetas
homéricos para después pasar con la Grecia Arcaica, la preponderancia de Minos
y el origen de su mito con el palacio de Cnosos. En el capítulo cuarto se
estudia la ciudad-estado clásica y las costumbres de las dos más grandes
ciudades de la época, por un lado la democrática Atenas, rechazada por Platón y
Aristóteles y la poderosa y beligerante Esparta, defendida por infinidad de
Filósofos clásicos como los ya mencionados o “contemporáneos” como Rousseau en su
Discurso sobre las ciencias y las artes.
Para el capítulo quinto Finley
nos da una radiografía de la literatura griega atendiendo a los principales
exponentes de la poesía, la tragedia, la comedia y la prosa, hace énfasis en su
importancia dentro de la vida cívica y nos permite distinguir los auditorios
aristócratas de Homero en la Ilíada y la Odisea y el auditorio popular de Hesíodo
en Los trabajos y los días.
A mi parecer el capítulo sexto
parece parco e imperfecto, pero debo aceptar que resultaría titánico e
imposible decantar la ciencia, filosofía y moral popular griega en poco más de
20 páginas. En el capítulo siete se aborda el tema de las artes visuales, la
arquitectura y la urbanística, la escultura y la pintura como elementos que
conformaban los espacios de interacción griega con sus bases egipcias y su
posterior autenticidad.
Finalmente, para el capítulo octavo,
se toca el tema de la época helenística, las características de las ciudades
griegas y los monarcas absolutos y el idilio
entre lo griego y lo romano, donde lo primero conquista a lo segundo.
En conclusión, una excelente obra
que debe ser leída por aquellos amantes de la cultura que dio origen al mundo
occidental.