El mundo de doxa en la obra de Golding

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-“Si alguna vez adorné tu gracioso templo o quemé en tu honor pingües muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas!” Tal fue su plegaria. Oyóla Febo Apolo, e irritado en su corazón, descendió –de las cumbres del Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en los hombros; las saetas resonaron sobre la espalda del enojado dios, cuando comenzó a moverse. Iba parecido a la noche. Sentóse lejos de las naves, tiró una flecha, y el arco de plata dio un terrible chasquido. Al principio el dios disparaba contra los mulos y los ágiles perros; más luego dirigió sus mortíferas saetas a los hombres, y continuamente ardían muchas piras de cadáveres.  Durante nueve días volaron por el ejército las flechas del dios. En el décimo, Aquiles convocó al pueblo a junta: se lo puso en el corazón Juno, la diosa de los níveos brazos, que se interesaba por los dánaos, a quienes veía morir.-

Una de las  características principales de la gran epopeya homérica donde se nos narran las aventuras y desplantes de Aquiles con el Atrida Agamenón  y la lucha de estos contra el valiente hijo de Príamo, es que su lenguaje es invocativo, patético y ligado a su fuente. Digo que este lenguaje es invocativo porque las circunstancias positivas o negativas se atribuyen a la divinidad, los demonios o catástrofes, sin buscar o aceptar una opinión racional a tales circunstancias, de ahí que sea un lenguaje no comprobable. Es patético porque está ligado a componentes emocionales que transmiten un estado de ánimo y está ligado a su fuente, ya que si no hubiera sido el propio Homero quien nos transmite tales circunstancias, ellas hubieran pasado desapercibidas para nosotros.  Dicho en mejor expresión, los personajes Homéricos actúan con base a las creencias y apoyo en uno o diversos dioses, es decir, viven y se desarrollan en el mundo de doxa.
Este mundo, también conocido como mundo de las opiniones, creencias o apariencias  es tan común y propio del hombre que lo podemos encontrar en cualquier espacio y tiempo donde haya existido una colectividad. Los grandes productos objetivados de doxa son el culto, el miedo, la devoción, la creencia o la fe dirigidos al fuego, el agua, el viento, a la tierra, a Jupiter, Minerva, Osiris, Anubis, Tezcaltlipoca, Quetzalcoatl, Yahvé, Alá, Jesús, Gaia, Emmanuel, Thor, ángeles, demonios, fantasmas, ninfas, sirenas, unicornios, minotauros, vampiros, hombres lobo y ¿porqué no? al Señor de las Moscas.

En efecto, el hombre se encuentra ligado a sus creencias y éstas afectan su realidad  individual y colectivamente, precisamente, en Lord of the flies, William Golding (más allá de representar una  distopia sardónica para todo aquel iusnaturalista declarado), nos presenta de manera clara y precisa el mundo de doxa con su conocimiento aparente y fenoménico, donde una bestia representada con la cabeza de un jabalí en estado de descomposición, es el símbolo perfecto para personificar las creencias irracionales de los náufragos.

El simple hecho de mencionar a la bestia por Jack (invocación y fuente), infunde miedo (patético) y le permite construir y deconstruir su realidad y objetivarla para dirigir y controlar las acciones que considera pertinentes para su propio beneficio y el de la comunidad, pero además de ello, ninguno de los náufragos busca verificar la existencia de ese monstruo del imaginario colectivo mediante un proceso racional y cuando alguien tiene el valor y la fuerza para hacerlo, simplemente es asesinado sin poder difundir la verdad.

Luego entonces, puedo afirmar que la finalidad de doxa es explicar y dar certeza a todas aquellas circunstancias que por limitaciones intelectuales o técnicas, se encuentran fuera de la capacidad racional del individuo o la colectividad. Estos argumentos pueden convertirse en creencias y afectar la realidad individual y colectiva, pero si bien se da una respuesta práctica y es un primer acercamiento a determinados objetos, es altamente refutable, pues se trata de una realidad objetivada no falsifiable.

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