Cuando me decido a leer un libro
es porque por una u otra circunstancia su existencia ha llegado a mis oídos y
los comentarios vertidos sobre el mismo resultan buenos. En un inició leía los
libros que me recomendaba mis conocidos o que eran considerados como clásicos,
pero después, ávido de las lecturas de mis autores favoritos, empecé a leer lo
que esos autores habían leído y que, en su momento, los había impactado; así
Savater me recomendó el Diario de un Seductor de Kierkegaard; Sören hizo referencia al Ars Amandi de Ovidio
y Dostoievski, en uno de sus diálogos en
Crimen y Castigo, se refiere con respeto y admiración al padre de la sátira
Rusa materializado a través de la figura de Nikolai V. Gogol.
En nombre de este autor, un tanto
similar al del gigante de internet, me hizo colocar las cinco letras de su
apellido precisamente en ese buscador y mi sorpresa fue grande cuando descubrí
el título de la que es considerada su obra maestra: “Almas muertas”. Allí surgió un nuevo interés respecto a ese
autor y su obra: ¿Por qué diablos le puso el nombre de “almas muertas”? ¿Será acaso un
libro esotérico? ¿Hablará de un viaje al más allá? ¿Será una especie de Divina Comedia del siglo XIX donde un
nuevo Virgilio guíe a un Dante ruso? Con esas y otras locas ideas en mente
busqué sinopsis del libro en Google y la historia me resultó bastante
interesante, por lo que, deteniendo otras de mis lecturas, me día la tarea de conseguir y leer la obra maestra
de Gogol y he aquí el resultado:
La obra se supone dividida en
tres partes, de las cuales sólo contamos con la primera en su carácter íntegro,
la segunda está incompleta y la tercera ha desaparecido. Almas Muertas, es calificada como una sátira,
es decir como una obra cuya teleología
es censurar acremente y poner en ridículo a alguien o algo. Gogol es refinado y
despiadado con sus críticas y censuras, pues en la primera parte de su obra
envuelve al lector con las aventuras de Chichikov, personaje paciente y
abnegado para con sus fines, que al lado de dos sirvientes recorre la basta
Rusia en su troika intentando poseer aquello que en el mercado tiene una nula
demanda y que puede obtener por una oferta simbólica y en ocasiones, hasta
regalado. Chichikov quiere comprar “almas muertas”, es decir, sirvientes que
han muerto y que aún figuran en las listas oficiales de los hacendados, quienes
están obligados a pagar impuestos por esos sirvientes muertos hasta que se
realice un nuevo censo.
Para evitar esos gastos
innecesarios Chichikov se presenta ante sus interlocutores como la solución a
sus problemas y propone, a veces con un pago y otras como un bienhechor, cargar con el dilapidante pago de impuestos
por siervo que ya no producen siempre y cuando se realice el trámite
burocrático que avale que él es el nuevo dueño de esas almas que aún figuran
como vivas para el Estado.
La teleología de Chichikov es
simple, quiere adquirir mayor peso y prestigio en “la hipócrita vida de sociedad” y si se manifiesta como propietario
de 500, 600, 700, 800 o 1000 almas o más, resulta evidente que será respetado y
reconocido por los demás y podrá adquirir empréstitos dejando como garantía “parte
de su patrimonio” vivo o muerto u obteniendo beneficios como por ejemplo de la
Junta Protectora de Huérfanos.
En su recorrido en Troika por
Rusia Chichikov encuentra hacendados de todo tipo: la mujer que desconfía de la
venta de almas muertas por desconocer el precio de éstas en el mercado; el
hombre que en su afán de tener más bienes y no usarlos permite que se
deteriores o echen a perder y que en su tacañería escribe con letra pequeña y
apretada para utilizar hasta el espacio más mínimo encontrado en un viejo
pedazo de papel; el hacendado que en vez
de ahorrar gasta y dilapida todo cuanto tiene en placeres y “necesidades” banales;
o la organización burocrática que se encuentra bañada en la total y absoluta
corrupción.
En este punto la obra parece
ligera y graciosa, pero el momento cumbre llega en el capítulo XI de la Primera
Parte donde Gogol, haciendo uso de los recursos literarios vertidos en los
capítulos precedentes hace una severa y
fuerte crítica a esa tisis llamada
sociedad de donde ni el lector sale bien librado, pues alega que su patria y
sus compatriotas se han dejado llevar por un espíritu sibarita propio de las
ciudades europeas y han olvidado el valor y la virtud que existe en una vida de
trabajo y paciencia, propia, porque no, de un espíritu lacedemónico, alejado de
necesidades y satisfactores creados con el fin de enajenar al hombre.
Es aquí donde el título de la
obra adquiere una nueva connotación,
pues ya no son sólo las “almas muertas” de los siervos muertos las que
pretende adquirir Chichikov para hacerse de un nombre en sociedad sino también
son almas muertas y feas en cuerpos vivos la de sus interlocutores y la de él
mismo por “necesitar sin necesitar” y por caer en vicios y defectos propios de
caracteres humanos poco fuertes y corruptibles que como veleros en el mar se
dejan llevar por los caminos más fáciles o agradables.
Como una escultura griega que es
encontrada varios siglos después y que al mirarla nos hace afirmar que representaba
a dos hombres luchando, pero que ahora sólo nos muestra a uno de ellos en
actitud violenta mirando a un adversario que ha desaparecido y del cual sólo
perduran los pies al haber perdido la batalla con ese enemigo inevitable que
todo lo vuelve perecedero llamado tiempo, de la misma manera se nos presenta la
obra de Gogol, pues la segunda parte de su obra esta incompleta y eso pierde al
lector en el seguimiento de las acciones y las aventuras de Chichikov.
Presumimos que el personaje
principal de la obra es encarcelado por haber falsificado el testamento de una
vieja rica que acababa de fallecer, que es descubierto con posterioridad y que
es llevado a la cárcel sin haberse realizado un juicio. Chichikov desesperado
se arrepiente de su falta y de la manera en la que había actuado durante toda
su vida al buscar, por medios poco virtuosos, la dicha y placeres sociales.
Gracias a la ayuda de Afasi Vasilievich y a la siempre bien cimentada
corrupción de los diversos estratos burocráticos, obtiene una promesa de que su
problema con el Estado será solucionado.
Es aquí donde se muestra un
cambio, no tan certero y firme, pero si claro y expreso en Chichikov que, como
un Creonte desolado por sus decisiones, como un Don Juan Tenorio flechado por
el amor de Doña Inés de Ulloa, como un
Javert conmovido por las acciones siempre bondadosas de Jean Valjean, una
Elizabeth Bennet acongojada por sus prejuicios hacia Ftizwilliam Darcy, un
Heatcliff cansado de atormentar a los demás y entregado al amor de Catherine o un Raskolnikov que lava sus penas en la fría
Siberia y recibe el calor del corazón de
Sonia Semionovna Marmeladova, promete cambiar su vida de esteta y dedicarse con
trabajo, paciencia y virtud a la vida honesta y sencilla en una pequeña aldea,
donde ayudará a todas aquellas personas que así lo necesiten y demuestren que
pueden ser guiadas por el camino del bien.
En fin, el estilo de Gogol
resulta en ocasiones un tanto disperso pero agradable en sus aforismos y calificativos
hacia la sociedad. Es un escritor al que le gusta hacerse presente en su obra,
pues en muchas ocasiones irrumpe en las acciones de sus personajes para opinar,
esclarecer, atormentar o jugar con el lector.
Entre mis frases favoritas
encontramos:
- Ahora la gente carece de voluntad
y es débil.
- La medicina es amarga pero el
enfermo la toma porque sabe que, de otro modo, no puede curarse.
- El difunto parecía preguntar por
qué se había muerto o para qué había vivido; pero es sólo Dios lo sabía.
- El hombre suele ser sabio,
inteligente y astuto en lo que se refiere a los demás, y no en cuanto a sí
mismo.
- Por muy estúpidas que sean las
palabras de un necio, a veces bastan para turbar a un hombre inteligente.
- El destino del hombre no está
determinado mientras no se apoye en solidas bases, y no sobre alguna fantástica
quimera de la juventud.
- Un cuerpo muerto sólo puede estar
apoyado en la pared.
- La alegría se convierte
inmediatamente en tristeza si se detiene uno ante ella.
- No es que le gustase lo que leía,
sino la lectura en sí o mejor dicho, el proceso dela lectura: ver que de las
letras siempre salía alguna palabra cuyo significado, a veces, sólo el diablo
podía comprender.
- Todos estos proyectos no dejaban
de ser meras palabras.
- Será mejor que espere un poco
más; puede que vengan otros comerciantes, y así me enteraré de los precios (de
las almas muertas).
- Otro granuja le engañará a
usted y le venderá alguna porquería en vez de almas; y las mías están como
nueces sanas, se puede elegir; si no es un obrero de oficio, por lo menos será
un vigoroso mujik. Mire usted: por ejemplo, el carrero Mijeiev siempre hacía
coches con muelles, Y no como suelen fabricarlos en Moscú, que sólo duran una
hora. Aquellos coches eran fuertes, y él mismo los solía tapizar y barnizar…
- ¿Para qué menciona usted todas
su cualidades? Ahora no pueden reportar ninguna utilidad, son muertos. “Un
muerto sólo puede estar apoyado en la pared”…
-Usted las compra; por
consiguiente, le son necesarias.
- Al oír esto, Chichikov se
mordió el labrio, no sabiendo que contestar…
- ¿Y no quiere usted almas del
sexo femenino?
-No, gracias.
- No se las cobraría caras. Por
amistad se las doy a rublito la pieza.
- ¿Para qué voy a adquirir una cosa
que no me hace ninguna falta?
- Los esqueletos y las tumbas
siguen siendo suyos. La cesión se hace en un papel.
- Se ha explotado tanto al hombre
virtuoso, que ya no le queda ni la sombra de la virtud; en vez de cuerpo, sólo
tiene los huesos y la pie. Se habla con hipocresía del hombre virtuoso y no se
le respeta. Ya es hora de sacar a relucir a un canalla.
- ¡Qué se le va hacer! –dijo Chichikov-.
Si se ha quebrado el anzuelo, no hay nada que hacer. Con llorar no se arreglará
nada; es necesario hacer algo.
- Sí mis queridos lectores, no
habrías deseado ver la miseria humana. ¿Os preguntaréis para qué? ¿Con qué fin?
¿Es que no sabemos que hay muchas cosas despreciables y necias en la vida? Sin
eso, ocurre a menudo que veamos cosas desconsoladoras. Es mejor que nos
describan algo magnifico, atrayente. ¡Es mejor que olvidemos! “¿Para qué me
dices que las cosas van mal en la hacienda?
-pregunta el propietario al administrador-. Lo sé sin que me lo digas.
¿Acaso no tienes otra cosa que decirme? Permíteme que lo olvide; si lo
ignorase, sería feliz.” Y aquel dinero que hubiera podido remediar en cierta
manera el asunto, lo dedica a buscar el olvido. Y de este modo adormece su
inteligencia, que quizá hubiera podido hallar grandes remedios, mientras que se
subasta la finca, y el propietario se va por el mundo para olvidar, dispuesto a
cualquiera bajeza, que antes le hubiera horrorizado.
- Una secreta tristeza silenciosa
se apoderaba de su corazón, y se le escapaba involuntariamente una queja triste
y callada por su inacción. Entonces su vida se le aparecía despreciable y
abyecta.
- Una vez que se ha elegido el
objetivo hay que seguir el camino a través de los obstáculos.
- ¡Hay tantas tentaciones! Parece
que es el diablo el que gobierna el mundo. Se diría que todo está de acuerdo
para causar la perdición del campesino: el tabaco y todo lo demás… ¿Qué podemos
hacer, Konstantin Fiodorovich? El ser humano no sabe contenerse.