Al César lo que es del César

0
Durante más de veinte siglos hemos sido espectadores de las luchas por el poder entre los representantes de la Iglesia católica y el Estado como centro de imputaciones normativas que no sólo se limita a nuestro país sino a todo la cultura occidental donde el catolicismo ha llegado.

Utilizando un argumento deductivo puedo decir que si desde sus inicios el cristianismo establecía como principio, una clara y tajante división entre las actividades de la Iglesia y el Estado, no debería existir ningún problema entre estas dos instituciones; dicho principio es expuesto de la siguiente manera:

“Entonces los fariseos se retiraron a tratar entre sí cómo podrían sorprenderle en lo que hablara. Y para esto le enviaron sus discípulos con algunos herodianos, que le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino o la Ley de Dios conforme a la pura verdad, sin respeto a nadie, porque no miras a la calidad de las personas; esto supuesto, dinos qué te parece de esto, ¿es o no es lícito a los judíos, pueblo de Dios, pagar tributo al César? A lo cual Jesús, conociendo su refinada malicia, respondió: ¿Por qué me tientan, hipócritas? Enséñenme la moneda con que se paga el tributo. Y ellos le mostraron un denario. Jesús les dijo: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le responden: Del César. Entonces le replicó: Pues den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Con cuya respuesta quedaron admirados y dejándolo se fueron."

De la cita anterior se desprende que la división Iglesia y Estado se encuentra tajantemente establecida desde un inicio por quien puede llamarse el fundador del Cristianismo: las cuestiones de gobierno, corresponden al Estado y las cuestiones religiosas a la Iglesia, punto, no hay más. Desafortunadamente, el devenir histórico nos ha demostrado que en más de una ocasión los dirigentes de la Iglesia no han respetado este principio bíblico y que ha sido necesario el uso de la fuerza y/o el poder para obtener una verdadera división.

Se dice lo anterior, pues desde el surgimiento de los primeros cristianos, la evolución de las relaciones entre el Estado y la Iglesia podría resumirse en tres fases: una primera de lucha constante por el poder con pesos y contrapesos, otra de una relación idílica donde ambas partes reconocen su poder y tratan de obtener un beneficio de dichas relaciones y, una tercera, donde cada una (en especial la Iglesia), intentan mantenerse al margen de las relaciones del otro, pero con cierta injerencia que en muchas ocasiones no es bien vista.

Desarrollemos la idea anterior, los primeros cristianos, como mejor ejemplo de la primera fase antes citada, fueron perseguidos por el imperio romano, martirizados y utilizados como carne de cañón en los espectáculos públicos; sin embargo, dicho grupo no se dio por vencido, continuó con sus ritos ocultándose del poder Romano y alcanzó gran difusión.

En la parte idílica encontramos a Constantino, que al darse cuenta de que los intentos por desvanecer esta nueva religión eran vanos, decide utilizar esa estructura para fortalecerse en el poder tanto del Imperio, como en el de la Iglesia lo que se refleja con el Concilio de Nicea.

Posteriormente somos testigos de la decadencia del Imperio Romano de Occidente y presenciamos como Atila, “el azote de los Dioses” se retira de Roma ante la petición del Papa León I de Roma, y con ello se manifiesta el creciente poder de la Iglesia sobre un Estado fracturado y en ruinas, para después ser testigos de cómo la Iglesia durante la Edad Media es la encargada de legitimar el poder del gobernante en turno.

Finalmente, como tercera fase podemos señalar que en la mayoría de las relaciones actuales la Iglesia y el Estado son independientes entre sí, el Estado regula las actividades religiosas y la Iglesia, busca manifestar su pensamiento sobre los temas sociales del momento con cierta intransigencia hacia la actividad política y regulatoria del Estado.

Y a todo esto cabe preguntarnos ¿dónde quedó nuestro principio? ¿Por qué las relaciones entre las autoridades civiles y la Iglesia han sido tan diversas? En lo particular me parece un tanto irrisorio que se difunda cierto credo que expresa una manera de vivir y por otro lado se realicen cuestiones totalmente contrarias a una de las reglas principales del catolicismo, pero esto se puede explicar gracias a la naturaleza del hombre, que ante cualquier oportunidad de obtener mayor poder y reconocimiento, realiza actos contrarios a lo que podría llamarse su escala de valores.

En fin, en nuestro país, se ha modificado su contexto normativo atendiendo a diferentes circunstancias espaciales y temporales, donde hoy en día se salvaguarda en nuestra Constitución Política el “principio histórico de la separación entre del Estado y las Iglesias” pero para llegar a este nivel de separación, como toda relación que implica a la Iglesia y al Estado, tuvieron que realizarse diversos enfrentamientos.

Sin comentarios