Antecedentes de las Leyes de Reforma

0
Ahora que hemos tocado el tema siempre álgido de las relaciones entre la Iglesia y el Estado cabría hacer una mención especial a las Leyes de Reforma en nuestro país, pues éstas nos permiten referirnos a un Estado laico donde ambas formas de religación están presentes en la vida común de la población, pero que evidentemente presentan rasgos y características que los hacen total y absolutamente independientes.

En ese orden de ideas, puedo afirmar que una de las grandes batallas entre la Iglesia y el Estado, donde este último dejó ver que era el encargado de imponer el orden normativo, fue la que se sostuvo durante los años de 1857 a 1861, y que ha sido denominada históricamente como La Guerra de Reforma, ésta tuvo como cabeza del Estado a Benito Juárez García, quien se enfrentó a una estructura clerical que, para ese momento, contaba con una situación bastante cómoda, pues era dueña de grandes latifundios, tenía a su cargo la actividad del registro de las personas, daba soporte al matrimonio, regulaba los cementerios, hospitales y era una gran prestamista nacional, lo que evidentemente le otorgaba gran poder económico y político. Dicho en mejor expresión, la Iglesia vivía en México su segundo aire medieval, era un verdadero Señor Feudal, con grandes privilegios y riquezas.

Afortunadamente, el contexto mundial empezaba a ser diferente, ya que en países como Francia y España, la Iglesia ya se encontraba sujeta a la regulación del Estado y desposeída de varias de sus actividades civiles, por lo que el principio: “lo que es del César al César” empezaba a tomar cierto significado y México no tenía por qué ser la excepción.

Nuestro país vivía un momento de efervescencia y gran conmoción, pues una nueva revuelta social estaba germinando, por un lado, los conservadores buscaban con ayuda de la iglesia mantener sus prerrogativas e implantar una monarquía y ante tales circunstancias buscaron la ayuda de Europa, y con ello abrían las puertas a una posible invasión del viejo continente. Por el otro lado, Juárez y su gobierno liberal tuvieron que acudir a los Estados Unidos de América, quienes ante las prerrogativas de un tratado como el Maclane-Ocampo para explotar a perpetuidad las vías de comunicación en el Istmo de Tehuantepec y la posibilidad de aumentar su expansión al norte de México, dieron reconocimiento y ayuda al gobierno liberal.

Ante tal panorama cabría preguntarnos ¿Qué hacer ante tales circunstancias? Esta cuestión la dejaremos para una entrada posterior

Sin comentarios