El padre del utilitarismo, filósofo y jurista inglés Jeremy Bentham fue el creador de un centro penitenciario capaz de obsrvar y vigilar a todos los prisioneros sin que éstos supieran que estaban siendo observados. Este tipo de prisión incorpora una torre de vigilancia en el centro y un edificio anular que está dividido en celdas. Cada una de estas celdas comprende una superficie tal que permite tener dos ventanas: una exterior para que entre la luz y otra interior dirigida hacia la torre de vigilancia.
Los prisioneros estarían aislados unos de otros y vigilados colectiva e individualmente por los vigilantes que ante sus ojos, permanecerían ocultos, pues la torre respectiva tiene persianas vecinas en las ventanas, conexiones laberínticas para evitar los destellos de luz o ruido que fuera el delator de los vigilantes.
De acuerdo con la filosofía pragmatista de Bentham, esta cárcel sería más barata que las demás prisiones de su época, puesto que requiere menos vigilantes, dejando en incertidumbre a los presos por no saber cuántos vigilantes existen y cada cuando los están vigilando. Nuestro país no fue la excepción en la creación de este tipo de centros penitenciarios y el Palacio Negro de Lecumberri, inagurado por Porfirio Díaz a principios del siglo XX sirvió de 1900 a 1976 como panóptico mexicano.