"TODO SE VALE". FEYERABEN

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Si bien mis entradas se han caracterizado por defender el valor de episteme sobre doxa, el día de hoy me encontrado con un autor un tanto irreverente como Paul Feyerabend, el cual me ha hecho reflexionar sobre los dogmas y verdades irrefutables establecidas por el método científico y por qué no, de la Ciencia del Derecho.

Paul Karl Feyerabend  nació en Viene el 13 de enero de 1924 y falleció el 11 de febrero de 1994 en Zúrich, su vida filosófica se caracterizó por tener un alto grado de anarquismo y criterio crítico, pues con su teoría del “todo se vale” promueve un anarquismo epistemológico que paradójicamente promueve el avance de la ciencia.

Stewart Richards, a través de su obra  Filosofía y sociología de la ciencia, nos hace una referencia clara y precisa al autor en comento en los siguientes términos:

En su libro Against method: outline of an anarchistic theory of knowledge, Paul Feyeraben describe un cuadro irracionalista de la ciencia; niega que haya o haya habido, un método científico objetivo y afirma que si algún progreso científico es discernible se debe a que los científicos han roto toda regla de racionalidad concebible.
Su violento ataque es terapéutico si nos obliga a mirar nuevamente la árida solemnidad de gran parte del debate que tan agudamente divide la visión idealizada de la ciencia de los filósofos de la experiencia de los practicantes sobre lo que debería hacerse.

Su premisa es que la proliferación de teorías es benéfica para la ciencia, mientras que la uniformidad deteriora su poder crítico. Ello es así, ya que la uniformidad es producto de una conspiración ideológica que se conserva religiosamente en la institucionalización de la ciencia. Así, la ciencia actual funciona demasiado como lo hizo la Iglesia en los tiempos antiguos, siendo los hombres de bata blanca los modernos portavoces de una autoridad irrefutable, absoluto.  

Desviarse de los estándares conformistas de esta comunidad científica adoctrinada, significa ser etiquetado como “poco científico” y esto, en la práctica se traducirá en ser considerado como defensor no sólo de lo no científico, sino de la necedad.

De esta forma Feyeraben propone seguir “el único principio que no inhibe el progreso: todo se vale”, ya que ha sido práctica normal arreglárselas con los hechos inconvenientes ignorándolos, justificándolos en patente forma ad hoc, o aun escondiéndolos tras un muro de retórica.

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